domingo, 22 de marzo de 2020

Resistencia


RESISTENCIA

—La tortilla de patata de mi abuela estaba riquísima —empezó a decir Mauro. Era el más hablador de los cuatro.
Se me está haciendo la boca agua. Gerardo se restregó con la manga la barbilla por donde le caía un hilo de baba.
—Siempre me ofrecía voluntario para acompañarla a la huerta a por cebollas continuó, animado. Escogíamos las más tiernas, ¡cómo olían cuando las arrancábamos! Y luego hacía un sofrito con un pimiento verde. Mientras aquello se pochaba a fuego lento, y un aroma delicioso inundaba el aire, yo batía los huevos recién puestos por gallinas que vivían felices, picoteando por el corral y los prados, comiendo cereal y gusanos…
—Por qué no te vas a la puta mierda —susurró Luciano, mientras mascaba un nabo reseco.
Román escuchaba pensativo mientras rajaba con dedos temblorosos unas bellotas heladas. Miraba la navaja, miraba a Mauro. En el interior de aquel zulo, en medio del bosque, los cuatro soldados, casi niños, se apretujaban unos contra otros para darse calor, para no morir congelados, para seguir vivos hasta que el peligro hubiera pasado.
Fuera del refugio llevaba todo el invierno nevando.