domingo, 22 de marzo de 2020

El hijo


EL HIJO

No podía dejar de llorar mientras sacudía el polvo de los peluches del hijo. La caja parecía que iba a reventar: cochecitos, discos, la colección de Astérix, los Playmobil, el parchís. Faltaban dos dados, un cubilete y varias fichas. Miró debajo de la cama y encontró billetes del Monopoly, calcetines y bolas de pelusa. Suspiró, fastidiada: la de mierda que puede llegar a acumularse en una habitación vacía.
Bajó como pudo la caja de arriba del armario y fue dejando los bártulos por aquí y por allá; el hijo había insistido que quería todo como estaba veintiocho años atrás, antes de casarse con aquella pécora.