EL
ANFITRIÓN
Nada más sentarlos a la mesa supe
que aquella cena terminaría mal. ¡Eran trece! O doce más uno. El del medio
debía estar celebrando algo y los otros le agasajaban. Especialmente Pedro,
venga a hacerle la pelota, y Judas, este muy besucón. Y el homenajeado, con voz
indulgente, decía:
—Cantará tres veces el gallo y las tres me
negarás, Pedro. Lo sé fijo porque soy omnipotente, no te olvides.
Y Pedro que no, que «tú eres mi mejor amigo»,
insistía.
Luego supe que, efectivamente, Pedro le negó,
pero fue el otro comensal, Judas, quien le vendió por treinta monedas.