domingo, 22 de marzo de 2020

Dónde vas triste de ti


DÓNDE VAS TRISTE DE TI

Dolores, mi faro, un sol en este charco de alcohol, la melodía del silencio que me atenaza cuando despierto por las tardes con la cabeza dándome vueltas en la cama. ¿Cómo podría respirar si no supiese que cada noche, acodada en la barra, agitando el hielo de tu vaso de whisky, tarareas las canciones que arranco a mi guitarra? Los demás no escuchan, no miran. Solo les preocupa tener sus copas llenas, echarse el humo de los cigarrillos en la cara, celebrar bromas idiotas y emborrachar a alguna amiga para conseguir una mamada floja en el baño y correrse en su cara, pensando en la cerveza que dejaron en la barra.
Dolores, Lola. No me recuerdas, ¿verdad? No sé qué fue de tu vida, me dijeron que mal. Sé que cada noche contemplas desde un taburete a este viejo músico aporreando su instrumento. Hasta que a las diez aparece el encargado del tugurio, te quita la copa, te coge de un brazo y te empuja a la calle, dejándome como un náufrago sobre el escenario.