SENSACIÓN
DE VIVIR
Todo aquel que lo probaba decía que era
alucinante sentarse en un noray a ver las olas rompiendo contra el espigón, oír
graznar a las gaviotas, sentir sobre la piel la espuma salada del mar y
embriagarse con el olor a salitre. Desde que los océanos habían muerto
envenenados, la experiencia del puerto pesquero era una de las más demandadas.
El bramido de una sirena muy parecida a la de
un buque, ¡brruuum, brruuum!, avisaba a los usuarios para que se fueran
quitando las gafas 3D y se levantaran, que los sesenta minutos de realidad
virtual habían terminado.