domingo, 22 de marzo de 2020

Suplicio


SUPLICIO

¿Quién iba a decirle al gato con botas que sería en su propio hogar donde gastaría su séptima vida? Tantos años por ahí, revolcándose con gatas casadas, saliendo maltrecho de mil batallas, esquivando pedradas y chuchos sarnosos… y precisamente en su retiro en palacio terminarían sus andanzas.
Porque que el mayordomo le sirviese en bandeja de plata ratones a las finas hierbas ¡puaf! un horror. Que la princesa le vistiera con chaleco de satén, le cabreó. Pero que le trajeran una gata de angora para hacerle compañía agotó su paciencia.
La pobre gata murió ahogada en el foso. A él le pillaron por las botas mojadas y le hicieron disecar. Pero el taxidermista estaba de boda y al aprendiz se le olvidó vaciar al animal.
Mientras su corazón se apagaba lentamente, lo peor fue tener que aguantar cada tarde a la princesa, peinándole y echándole encima perfume de azahar.