domingo, 22 de marzo de 2020

El protector


EL PROTECTOR                                                    

Nos repartía ceras desgastadas de color verde, rojo, amarillo y azul, y nos decía: «Niños, hoy vamos a colorear el mapa. Al parque de atracciones iremos mañana».
Así conseguía aquel hombre desviar nuestra atención del muro de ladrillo coronado por una alambrada. O: «¡Fijaos, alguien recibirá esta noche la visita del Ratoncito Pérez!», aplaudía cuando atravesaba el campamento alguna rata. Siempre andaba inventándose cosas, siempre con una sonrisa en la cara.
Algunos le chillaban que se callase, que no nos molestara. Pero a mí me fascinaba aquel desconocido que aseguraba oír, más allá de sollozos y lamentos, el trino del petirrojo y el crujido de las ramas; o distinguir, a través de la nube de pólvora que cubría el cielo, la noche estrellada.
Una tarde de tormenta se desbordó el pozo negro y las aguas fecales inundaron el barracón. Entonces me acurruqué en la litera, cerré fuerte los ojos y, concentrándome mucho, pude percibir el olor a tierra mojada.