LAS LAVANDERAS
A la
difícil batalla contra las manchas se consagra un grupo de mujeres obsesionadas
con la limpieza. No se amilanan ante la cantidad de mierda pegada y con las
manos encallecidas en su lucha diaria contra la suciedad, frotan cada letra,
cada párrafo, cada melodía, dejándose en ello el alma. Golpean las estrofas
contra el pilón, las restriegan con el raspador, enjugan la espuma negra que
les salpica la cara y frotan otra vez, hasta que se vuelve cristalina el agua.
Arrastradas
por el remolino jabonoso, canciones enteras se esfuman por el sumidero. Primero
desaparecen un puñado de palabras, después frases, párrafos y sha-la-la-las,
y al final los títulos, hasta no quedar ninguna marranada. El grupo se regocija
al ver el «despacito» sumergirse «pasito a pasito» junto
a otras guarrerías del estilo «suave suavecito» por el
agujero, dejando sus conciencias tranquilas. Por último aclaran, rocían con
perfume y tienden al sol las canciones sin mácula para que esta noche en la verbena
las toque la charanga.