domingo, 22 de marzo de 2020

Hora punta


HORA PUNTA

Acercándose un poquito más al borde del barranco donde se esconde el monstruo terminó siendo arrastrado hacia abajo por una fuerza descomunal. Engullido por la bestia, buscó un espacio en aquel vientre inmundo y trató de mantenerse en calma. Lo importante ahora era resistir, intentar no morir espachurrado y respirar. Con la mano que no sujetaba el maletín, se aflojó la corbata. Aguanta, ya falta menos, se decía medio desmayado.
Cuarenta minutos más tarde, la boa de hierro vomitó parte de su carga en la estación de Shinjuku. Miró el reloj, se sacudió la chaqueta arrugada y corrió hacia la superficie subiendo los escalones de tres en tres.