domingo, 22 de marzo de 2020

Anglicismos


ANGLICISMOS

Qué cómodo es censurar desde la poltrona, como si fuera tan fácil para un licenciado sin experiencia laboral como yo encontrar trabajo. Ni de abogado ni de camarero. «¿Hablas inglés?», te pregunta un tipo que ni distingue una factura de un albarán ni ha visto nunca un gin-tonic que no fuera de MG con hielo. Y eso para recoger vasos en la terraza de un bistro. Bistro. Cágate lorito. Porque ahora, si vas a montar un bar, o buscas un nombre en inglés o no entra ni Blas. Da por perdida tu inversión si no pones un rótulo cool. ¿Pero estamos tontos o qué? ¿Es que ningún ministro, o académico, o lo que sea, piensa abogar por nuestro idioma? Yo, de mientras, hasta que encuentre un empleo que me vaya como anillo al dedo, me quedo en casa de mis padres, oyendo refunfuñar al viejo. Qué le vamos a hacer.