LAPSUS
El
último día de vacaciones llegó la galerna que llevaba toda la semana
fraguándose. Yo volvía del spa, del masajito diario de Wilson, cuando al entrar
por la puerta vi que un nubarrón ocultaba el sol, se levantaba un vendaval y
empezaban a caer gruesos goterones. Era como si un tornado hubiese revuelto la
habitación y puesto todo patas arriba.
Vamos,
que jamás había visto así de enloquecido a Jorge, venga a llorar mientras hacía
jirones mis vestidos y trajes de baño. Me miraba con mucho odio mientras
señalaba con un dedo acusador la alianza que me había dejado olvidada en el
lavabo.