jueves, 24 de mayo de 2012

Lapsus

LAPSUS

Cuando, como cada tarde, regrese su padre, Lucas estará sentado en el rellano de la escalera del garaje esperándole. Los viernes siempre se retrasa y antes de apearse examina su boca en el espejo del retrovisor, restriega una manchita del cuello de la camisa, se alisa la corbata… Al subir los tres escalones hacia el interior de la vivienda lanza una mirada de asco al pequeño, «siempre con la baba colgando, mierda de crío».
Lucas se acerca silencioso a la sala. Hoy han venido los abuelos a cenar, y en mitad de la reunión saca del bolsillo de la americana la alianza que papá ha olvidado ponerse.


Fumar mata

FUMAR MATA

La estampida de las fieras al crepitar las ramas, la confusión de aleteos y plumas en el aire… Nada de eso llega a tus oídos. Apenas percibes un remoto olor a madera y follaje quemados. Si mirases por el retrovisor, divisarías a lo lejos una nube de humo y cenizas —te recordaría a esa niebla que arruina tus batidas de caza— que envuelve el tapiz de ocres y naranjas hasta cubrirlo por completo.
Indiferente, sigues con tu rutina. Elevas el volumen de la música, pisas a fondo el acelerador y enciendes otro cigarrillo.

viernes, 11 de mayo de 2012

Próxima parada...

PRÓXIMA PARADA…

Ese maravilloso viaje que le habían prometido al abuelo duró hasta que unas horas después de la partida le entraron ganas de orinar. Nada más meterse en el retrete de la gasolinera el automóvil arrancó y desapareció dejando tras de sí una estela de polvo.
Cuando se abrió la puerta el hombre que salió del lavabo no se parecía ni de lejos al que había entrado: ya no se apoyaba en su bastón, caminaba como un junco con una mochila repleta de fajos de billetes a su espalda  y con una mueca de alivio se sentó a esperar la llegada del siguiente autobús de pasajeros.

La vuelta al cole


LA VUELTA AL COLE  

Y al otro lado de la ventana, nada de nada. Con la nariz pegada al cristal contemplo aterrada el patio vacío. Noto una presión en el pecho, las piernas me sostienen lo justo para llegar hasta mi mesa. Me trago las lágrimas, qué vergüenza que me vean llorar. A Bruno hace rato que se le pasó el berrinche, las mellizas Ana y Marta están más relajadas después del recreo y al terminar la jornada ya son todos tan amiguitos, pero yo sigo intranquila a pesar de los consejos de mamá al despedirnos esta mañana:
—Isabel, respira hondo y cálmate, A tus treinta años no debería intimidarte una clase de párvulos.
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viernes, 4 de mayo de 2012

Amigo del alma

AMIGO DEL ALMA

La última alma humana que queda en este  lugar lleva mucho tiempo dando tumbos desorientada. Yo permanezco fiel a su lado y le intento guiar hacia el dichoso túnel que anda buscando, pero ya hemos atravesado unos cuantos y todos estaban a oscuras. Me pregunto si se admitirá en el más allá la presencia de un amigo invisible. En caso contrario, ¿sería capaz de abandonarme?

En el horizonte diviso un destello de una luz blanquísima. Mi amigo avanza a tientas, pero yo tiro de la correa en la otra dirección: no quiero quedarme aquí solo.