LA LIMPIADORA
La librería estaba a oscuras cuando
entró Gladys empujando su carrito, pensando qué se encontraría hoy tirado por
ahí.
Comenzó por la primera planta, la de
juegos y libros infantiles. Con la escoba barrió unas migas de pan y pasó el
trapo a un espejito mágico. Después recogió un zapato de cristal y varias
perdices que metió entre las páginas de un libro que había sobre la mesa.
«Cenicienta», ponía en la tapa. Vio entonces una manzana roja que había llegado
rodando hasta debajo de un radiador.
―Mejor esto
que la cucaracha que salía ayer de «La metamorfosis» ―pensó, mientras le daba un mordisco.