domingo, 30 de abril de 2017

La hipoteca

LA HIPOTECA

Antes de que cantase el gallo, sábados, domingos y fiestas de guardar incluidas, ya andaba Felisa hirviendo con desinfectante los pañales de su madre o haciéndole friegas con pomada en sus llagas purulentas. Tal como la anciana ordenaba. El resto del día pues barriendo suelos, preparando purés o jabonando camisones llenos de vómito y orines… Confiaba en que más antes que después la vieja palmaría y ella heredaría la casa. Así que paciencia, se decía asqueada mientras arrancaba una hoja del calendario o miraba envidiosa las postales que enviaba su hermano Javier, siempre tan manirroto, desde lejanas playas paradisíacas.