domingo, 30 de abril de 2017

El aflilador

EL AFILADOR

Desde que en tiempos inmemorables heredara la motocicleta con el esmeril y la piedra de afilar, el anciano hacía sonar su chiflo con la conocida melodía cada vez que aparcaba en la plaza del pueblo. A él acudía regularmente el de la taberna con su cuchillo jamonero, la criada del caserón con las tijeras de podar o el chaval pecoso con su navajita de sacar punta a las ramas.
La mañana que apareció su cadáver degollado en un callejón, la muchedumbre se amontonó a su alrededor admirando la limpieza del corte y el fulgor del filo de una guadaña ensangrentada.