EL
HIJO ADOLESCENTE
Antes de anticipar noches de
sábado en vela esperando el regreso de Dani, «papaaá,
todos mis amigos tienen moto
menos yo…»; de
imaginarse sentado junto a la ventana, escuchando el ruido de los camiones de
la basura, mirando las salidas de sol y la cama del chico sin deshacer; del
terror a que pudiera sonar el timbre de la puerta y que un hombre uniformado le
preguntara si era el padre de Daniel Ramos… antes de que todo eso ocurriese, se
dirigió a la habitación donde dormía el bebé, se inclinó sobre la cuna y apretó
un cojín sobre su cara hasta que dejó de patalear.