domingo, 30 de abril de 2017

Armas de mujer

ARMAS DE MUJER

Paño y tarro de cera en mano, se dispone como cada lunes Marie a abrillantar la escalera del château. Frota que te frota, va tomando esta un tono satinado del que la doncella, según avanza la tarea, se siente cada vez más complacida. Desciende de rodillas cuando en el descansillo del segundo nota una manaza en el culo y el aliento baboso del viejo en la nuca.
«Oí un fuerte plooofff gimotea sentada en la cocina, enjugándose la nariz seca con el delantal, mientras un gendarme toma notas en un bloc—. Debió resbalar en un maldito escalón recién encerado y al caer por el hueco el pobre hombre se desnucó».