ZONA DE CONFORT
Da gusto ver una señora tan mayor como doña
Adela lo conjuntada que va siempre, lo bien que sabe acicalarse y el cutis que
tiene. De las dos habitaciones de su casa, una es un vestidor, lleno de
armarios con ropa, bolsos y zapatos, y la otra su dormitorio. En la salle
de bain, como gusta ella de llamar al baño, tiene una cantidad de tarros,
lociones, potingues, tónicos, sérums y
cosas de maquillarse —brochas, pinceles, pintalabios, coloretes, sombras de
ojos— que ya quisiera para sí una de esas influencers
de moda. Usa cada día una
mascarilla, ora hidratante, ora oxigenante, ora nutritiva, y la crema de noche
la aplica en la piel dando ligeros golpecitos con la yema de los dedos. Y bajo
ningún concepto sale a la calle ni permite que nadie la vea sin estar
presentable, asunto al que dedica varias horas incluso en días como hoy, en los
que se queda recostada en la cama.
¿Que por qué está la pobre mujer al borde del
colapso? Pues porque hace un par de meses, por su ochenta cumpleaños, las tres
amigas con las que toma cada tarde el té y echa unas partidas a la brisca le
regalaron un fin de semana en Florencia en un vuelo de Ryanair.
—No olvides, Adela —le recordó la víspera por
teléfono Charito— que solo puedes llevar una bolsa de 40 x 20 x 25 y una pieza
de equipaje de diez kilos de 55 x 40 x 20. ¡Ya verás qué chupi lo vamos a
pasar!
Así que esta mañana, al ponerse a preparar el
neceser con lo básico para tres días, o sea, con un frasco de cada cosa, se dio
cuenta de que había llenado las dos bolsas enteras y aún le faltaba por meter
chaquetas, faldas, blusas, un anorak por si llovía, el pijama, etcétera. Fue
entonces cuando empezó a sentirse mal, a ponerse pálida, a entrarle sudores
fríos por la espalda y flaquearle las piernas. Como veía que igual se iba a caer,
se volvió a la cama, cogió el teléfono y con un hijo de voz que daba lástima
oírla le dijo a Charo que creía que había cogido la Covid, que había avisado al
doctor, que se fueran sin ella, que lo pasaran muy bien y que ya le enseñarían
las fotos cuando volvieran.
Después de colgar, aliviada por el peso que se
ha quitado de encima y por poder continuar tranquilamente con su vida, parece
que se siente mejor.