miércoles, 29 de mayo de 2024

Glamur

GLAMUR

Londres, París, Tokyo, New York. En cualquier ciudad que uno pueda pensar ha estado Katrina. Su álbum de fotos está lleno de imágenes suyas posando en sitios increíbles: lo mismo sale desnuda pero con un Rolex de oro en la muñeca en un parque nevado de Oslo que bañándose con una gabardina en la costa de Italia. Son fotos muy artísticas. En otras aparece luciendo joyas valiosísimas en el vestíbulo de un hotel de lujo, posando sobre una roca en una playa de esas con palmeras y arenas blancas con un bikini animal print, tumbada en la cubierta de un yate en el océano Pacífico bebiendo con una pajita de su piña colada…

Desde que algunos años atrás un fotógrafo de una agencia se fijara en ella mientras comía una hamburguesa en un McDonald^s, no ha parado de ir de un lado para otro: miles de sesiones de maquillaje, de peluquería, de flashes, de sonrisas impostadas. Cientos de aviones. De habitaciones de hotel, todas iguales. Y siempre, acompañándola, un vacío en el estómago, una sensación amarga de no saber en qué ciudad despertará mañana, añorando su casa, su sofá, su mantita suave, su gata en el regazo ronroneando, su bol de palomitas frente al televisor, viendo una comedia junto a su madre y su hermana.

Por eso, cada noche, rechaza las invitaciones de los otros modelos para ir al club nocturno más cool de la ciudad. Lo que debe hacer es no gastar, ahorrarlo todo, regresar cuanto antes a casa. Pero al final se ponen tan pesados, insisten tanto, que terminan convenciéndola y va. Y lo bien que se lo pasa ella bailando, y lo ricos que están los cócteles, los margaritas, el champán, y lo cortas que se hacen las fiestas, y lo hermoso que es ver amanecer hasta arriba de éxtasis desde el rascacielos más alto.

Por eso, cuando cada día al despertar se mete unas rayas para poder empezar la jornada, se promete arrepentida que esta será su última resaca.