miércoles, 29 de mayo de 2024

Ida y vuelta

IDA Y VUELTA

Fue un hecho absolutamente insólito que nevara en la isla. Una cosa imprevista e inesperada, algo del todo fuera de lugar: jamás de los jamases, y menos todavía en pleno mes de agosto, un temporal de nieve se había cebado sobre esta zona del mapa, dejando estampas tan atípicas como playas blancas, veraneantes con gorros de lana, botas y bufandas en lugar de viseras y chanclas, estufas en las terrazas.

En los bares, cafeterías y pubs hubo mayor afluencia de clientes: se quedaban más tiempo, consumían más. Y no precisamente chocolate con churros. En aquellos extraños días, se bebía cerveza, licores y vino como si lo regalaran, se continuaba la fiesta en las habitaciones de los hoteles y alguno que otro, borracho hasta las patas, llegó a encaramarse a la barandilla del balcón, con la cosa esa de saltar a la piscina, una tradición bien chula para luego, de vuelta a casa en Manchester, contarla. Afortunadamente un fogonazo de consciencia o ver el agua de abajo con una capa de hielo les hacía recular, bajarse de la balaustrada y seguir bebiendo con la puerta del balcón cerrada.