miércoles, 29 de mayo de 2024

Riesgos laborales

RIESGOS LABORALES

No olvida la primera vez que un espectador, arrellanado en su butaca, se puso a vocear y lanzarle tomates y él, como un profesional, continuó representando imperturbable su papel hasta que por fin terminó aquella función.

Han pasado los años y cada vez detesta más a ese personaje que interpreta. Sale cada día al escenario con una sonrisa pintarrajeada e inicia su actuación, siempre con la misma frase, «buenos días, mi nombre es Edgar, dígame…». Con tanto texto que tiene que decir enseguida se le seca la garganta, y de aguantar las peroratas de los demás le arden las orejas. A veces, por el cansancio, tropieza con el decorado, cae de bruces ante la primera fila de asientos y se da buenos tortazos.

Es entonces cuando el público se viene arriba, le insulta y abuchea, y él se imagina escondido tras el telón, acurrucado donde nadie le vea; quisiera desaparecer, que se lo tragara la tierra, pero sabe que tiene que aguantar las ocho horas, las facturas no se pagan solas, y a su edad, dónde van a contratarlo. Así que se recompone rápidamente, se coloca bien los auriculares, pulsa la tecla de contestar, resopla y atiende la siguiente queja.