miércoles, 29 de mayo de 2024

Hojas de otoño

HOJAS DE OTOÑO

Parece una canción de Miles Davis lo que se oye en el callejón. Suena bien; un transeúnte incluso se detiene —pese al frío helador de esta noche de enero—  al llegar a la esquina. Afina el oído, gira la cabeza buscando de dónde procede la voz y descubre a un tipo, greñudo y andrajoso, acurrucado en el embalaje de un televisor Samsung. A ratos canturrea o bebe de la botella o aspira una calada de humo, y sobrecoge al transeúnte ver la paz que irradia de su semblante al llevarse el cigarro a la boca, chuparlo con fruición, saborearlo como nunca antes había visto.

Se arrellana entre las sombras, hechizado por la melodía de Autumn leaves, hasta que el tarareo se licúa en sollozo al quemarse el pordiosero los dedos con la colilla consumida. Le escucha entonces gemir «my darling, my candy, the lovely thing, my sweet Adeline» y se aleja conmovido, fantaseando con la mujer fatal que desgarró el alma del pobre infeliz, idea más lírica que imaginarle gastando las limosnas en vodka barato en un burdel lúgubre, donde la más vieja y triste de las putas, al despedirle, le prende entre sus labios rojos de carmín un cigarrillo.