miércoles, 29 de mayo de 2024

Traspiés

TRASPIÉS

La culpa de hallarse Eutimio ahora escayolado en casa fue del puñetero escalón. Seguro que lo hizo algún inútil, que no es la primera vez que tropieza cuando regresa de la tasca y se cae. No se calculó bien la altura desde la acera al escalón y desde este adentro, deberían haber sido equidistantes. Tampoco cabe bien un pie y como tiene un bordillo con relieve por debajo, la puntera del zapato de Eutimio que calza un 46, no está mal al dar el paso hacia adelante algo inestable después de haberse trasegado unos chatos se queda trabada antes de llegar a apoyarla y ¡hala!, la caída la tiene garantizada. Que otras veces no pasó de un rasguño en la rodilla, una muñeca torcida o un moratón en la cara, pero ayer, caramba qué mala suerte, fractura de tibia y peroné.

Pero dentro de lo malo, se intenta animar el hombre pensando que podría haber sido peor: podía haberse roto la crisma, haberse matado. Y ahora sus cenizas reposarían en una urna, en un nicho cualquiera del columbario del cementerio, con una chapita que pronto se oxidaría donde habrían grabado su nombre; dos fechas, la del inicio y la del final; y «tus sobrinos no te olvidan». Y unas flores baratas«mejor de plástico, que duran más» que, con el tiempo, no perderían sus hojas, pero se irían marchitando igual.