miércoles, 29 de mayo de 2024

Marejada

MAREJADA

Es tremendo ver la angustia con la que arrancan de las paredes del dormitorio de Coral el papel pintado con dibujos de peces, pulpos y estrellas de mar, y la desgana con la que meten los jirones arrugados en bolsas de basura negras. Con la ilusión con la que eligieron cuando la nena aún estaba en la barriguita de mamá la moqueta azul con olas blancas y la colcha de delfines, da pena contemplar ahora el suelo desnudo, la ballena y los pingüinos de peluche y la ropa de cama listos para llevar a Cáritas. Y la habitación tan desangelada.

De momento la niña dormirá con ellos, ya decorarán su cuarto cuando estén menos desquiciados. Antes, tienen que barrer bien la arena del suelo, acabar con todos los cangrejos que, agazapados en los cajones y en el armario, se les encaran abriendo y cerrando sus pinzas, tirar las medusas muertas y ventilar, que apesta a algas. Han acordado que, más adelante, pintarán la pared de rosa, la alfombra tendrá un tono crudo y los peluches serán osos, osos normales y corrientes. Como en todas las casas.

Intentan no perder la esperanza y confían en que pronto a la pequeña se le sellen las branquias del cuello, se le caigan las escamas de la espalda y se le despeguen los deditos de esas horribles membranas. Poco a poco, irán quitando del biberón el plancton y crustáceos deshidratados que echaban a los peces del acuario y esperan que en unas semanas empiece a alimentarse con purés y papillas de cereales, canela y manzana.