miércoles, 29 de mayo de 2024

La riada

LA RIADA

La pilló acostada a doña Daría la inundación. Y a Mirta, la sirvienta, subida a una escalera colocando bien alto alimentos, fotos, el ajuar, por si entraba el agua; tantas semanas lloviendo nada bueno presagiaba.

Pero entró. Como una avalancha, anegándolo todo. Tan rápido como pudo, buceando a ratos, chocando con objetos que flotaban como si estuviera en un barco naufragado, llegó Mirta hasta su cama. Había quedado sumergida y al intentar sacarla, la vieja, en un espasmo, la agarró, la atrajo hacia sí, no la soltaba… y el agua continuó subiendo, subiendo, hasta ahogar a ambas.

 «Uno no se muere cuando debe, sino cuando puede», parece burlarse, meses después, una de las dos calaveras. La otra sigue contrariada.