domingo, 8 de diciembre de 2024

Olvido

OLVIDO

No tardaron ni diez minutos policía y voluntarios en organizarse para rastrear, centímetro a centímetro, palmo a palmo, el bosque donde apareció la bicicleta roja de Timothy. Joanna, la madre, se mordía las uñas, los dedos, los puños, intentando mantener la calma, pero conforme pasaban las horas y oscurecía, le iba flaqueando el ánimo. Llovía incesantemente y por las noches la temperatura llegaba a caer varios grados bajo cero. ¿Sobreviviría un niño de seis años solo, perdido, asustado?

La respuesta llegó a primera hora de la mañana. Alguien encontró sus botas de goma en la orilla del río y los calcetines en un charco. Más allá, su chubasquero semienterrado. Un aullido de desgarro quedó sostenido en la neblina helada del agua, para después elevarse por encima de las copas de los árboles. No hubo forma humana de calmar a la pobre Joanna, de persuadirla para volver a casa, por lo que tuvieron que sedarla allí mismo y llevársela en ambulancia con un ataque de pánico.

Durante los siguientes días y semanas siguieron buscándolo, río abajo. Encontraron su gorro de lana, sus guantes, su bufanda. Llegó la primavera, el verano, pasaron los años. En el cartel con la foto del niño que habían colgado en el tronco de algunos árboles, se fueron difuminando sus rasgos. Su naricilla pecosa, sus orejas, su flequillo largo se emborronaron, se fueron cubriendo de musgo, enredaderas y liquen y el papel fue devorado por la humedad, consumido hasta que no quedó de su carita ni rastro.

En el sanatorio mental donde vive Joanna, hoy es el primer dos de marzo que la anciana se olvida de rezar una oración por su cumpleaños.