CAMPO A TRAVÉS
No es mullido el camino ni
cubren el cielo nubes de ESPUMA, como en los dibujos de cuando eran niños.
Quizá porque el horizonte es tan gris y una llama les ARDE en el espíritu,
muchos se dispersan por sendas y veredas y graban en el tronco de un árbol sus
nombres en un corazón, se dan un revolcón detrás de un arbusto, nadan en un
riachuelo desnudos, contemplan tumbados sobre la hierba la noche estrellada y
respiran al amanecer el AIRE puro.
Pasan los años y van
acercándose al final: la muerte. Muchos llenos de barro, llagas y cicatrices en
el alma. Otros, impolutos.