CELEBRACIÓN
Con aguja, hilo, tijeras, un trozo de
metro y un buril confeccionó el traje de cuero que luciría en el casamiento de
su hija. Los ratos que le dejaban las cabras ―el sustento familiar― los dedicaba a medir mangas y
perneras, coser ojales, botones y bolsillos y grabar en las solapas, como
adorno, flores de lis. Cuando terminó, lo curtió entero con cera.
Un día algo asustó a los animales, que
salieron en estampida y él tras ellos, con tan mala fortuna que pisó una mina.
Sin piernas, con un brazo hecho muñón, pero muy agradecido por sobrevivir,
ejerció de orgulloso padrino con su chaleco.