ADRENALINA
Que
los ojos se le llenasen de lágrimas, se le erizara la piel, el corazón le latiese
desbocado y una oleada de calor recorriera su espalda, no le había ocurrido
nunca. Ni cuando saltó en paracaídas desde un avión, nadó entre tiburones o se
asomó al cráter de un volcán en erupción. Ninguna experiencia con las gafas 3D
había logrado sobrecogerle. Decepcionado con lo virtual, buscó destinos
apasionantes en Internet y fue durante su visita a la cueva de El Soplao cuando
se sintió fuera de sí, como en éxtasis, arrobado ante la majestuosidad de la
caverna.