EL SUICIDA
Estaba justo enfrente de los
policías, bomberos y sanitarios, debajo de un banco de plástico y junto a un
vaso vacío de Starbucks. Daba lástima verla así, en posición fetal, toda ella
temblando. No podía estar más desconsolada la pobre. Lógico. Presenciar en
directo cómo el hombre al que acompañaba, tras sorber con la pajita el café,
saltaba a las vías, es difícil de asimilar.
Cuando cerraron la estación y
quedó todo a oscuras pudimos deslizarnos desde el mundo de las sombras,
acercarnos a ella, esperar a que se tranquilizara y convencerla para que nos
acompañara.