lunes, 18 de junio de 2018

Lunes


LUNES


Dio un sorbo a la taza y miró con apatía a su alrededor. Se sentía como un payaso de sonrisa amarga rodeado por unos clones de blanco, negro y gris, que entraban y salían, venían y marchaban, con prisas, sin ganas.
La cafetería le parecía un circo aburrido, los clientes y sus chácharas una pantomima siempre igual: «Buenos días a todos menos a uno» —repetía cada mañana el más bufón, sin ninguna gracia—; «café solo con sacarina»; «para mí descafeinado de máquina con un chorrito de leche templada»; «un capuchino con bebida de soja en vaso alto de cristal». Pero no tenía ni una varita ni una chistera para hacerse desaparecer, ¡voilà!
Con cada trago de café evocaba su sensacional partido de pádel del sábado; la noche de acrobacias y pasión entre las piernas de Wendy; o el domingo mágico en el sofá leyendo a Dan Brown con música de Coldplay y Pearl Jam.
—¡Jeremy! —le sobresaltó la voz avinagrada del encargado—. Espabila, que empieza ya la función: vete poniéndote el uniforme, recoge las mesas, rellena los servilleteros, cambia el barril…
Y cual funambulista sobre una cuerda floja entró, renqueante, en el primer día de la semana.