lunes, 18 de junio de 2018

La frontera


LA FRONTERA

Su padre también le dejaba conducir la furgoneta cuando patrullaban por la alambrada. Tenía casi dieciséis años, pronto se sacaría el carné, y aquel verano le acompañó varias veces al desierto. Allí practicaban el tiro contra una lata vacía o dormitaban a la sombra de una roca. Si había suerte, su viejo le permitía rematar a algún frijolero despellejado por el sol, o manosear a alguna chamaquita aterrorizada antes de esposarla y subirla al remolque.
Se creía un hombre, pero en la comida de Acción de Gracias tuvo que bajar la cabeza cuando su padre le avergonzó por trinchar el pavo antes de terminar de bendecir la mesa.