EL FORENSE
Los
pulmones llenos de agua y espuma, todavía con olor a jabón de bebés. No había moratones
en cuello o cara. Concluí la autopsia: ahogamiento sin violencia. Una
distracción de la madre, que se entretuvo, según el informe, contestando
un whatssap.
Nacer,
morir.
Cuando
disecciono cadáveres de niños no puedo evitar imaginarlos gateando en pijama,
bajando el tobogán, metiendo goles en el patio, afeitándose los cuatro pelos de
la barba, cogiendo olas con sus tablas, enamorándose por primera vez.
No crecer.
Esa noche
Laura me anunció, dichosa, que estaba embarazada. La abracé, llorando. Ella
pensó que era de felicidad.