EL SAMARITANO
Pesaban muy poco, pero aplastaban sueños. Más o
menos esto decía la teoría del caos: que si una mariposa aleteaba al otro lado
del mundo, un bróker arruinado podía saltar de lo alto de un rascacielos en
Wall Street; o quemársele el pavo a una familia en Michigan; o un adolescente
frustrado agitar el frasco de pastillas de su madre, girarlo entre sus dedos abriéndolo,
cerrándolo… Así que al ver aquella mariposa atrapada en la telaraña, batiendo
sus alas enloquecida, me quedé pensando si ya se habría tomado el chico los
ansiolíticos y, por si llegaban a tiempo de hacerle un lavado de estómago,
decidí pisotearla.