LA
OTRA
—Era nuestro sueño: amarnos
allí, al pie de los cocoteros de la playa donde nos conocimos. Aquello era el
paraíso: aguas cristalinas, arenas blancas. Llevaría puesto el vestido de
organdí, sin nada debajo; sujetaría la pamela que la brisa intentaría robarme y
arrebolada le diría que sí, a todo. Como para no suspirar por aquel mulato de
ojos verdes. Pero todo se complicó cuando el airecillo se transformó en
huracán, el mar comenzó a encabritarse y una ola enorme se tragó a Yefferson.
—¡Ay, pobre! ¿Se ahogó?
—Es una metáfora, nena. Nos
pilló la novia. No veas la tía qué gritos…