VAPORES ETÍLICOS
Le pilló a Cayetano el fatal accidente de su
tío con tal cogorza que en el velatorio no fue capaz de sacarse de la cabeza el
estribillo del tema que sonaba en el tugurio donde estaba cuando recibió la
noticia:
«Pero al loro,
que el destino es un maricón,
sin decoro,
te da champán y después
chinchón…»
Así todo el puñetero día, con ese runrún en
plena resaca. Más soportable sería, pensaba exasperado, la tortura china de la
gota de agua en la frente cada cinco segundos.