miércoles, 4 de mayo de 2022

El arma del delito

 EL ARMA DEL DELITO

No paraba de sobar y dar vueltas a aquella bola de cristal, ensimismado. Le recordaba a una ciudad del norte de Rusia que había visto en un documental de La 2. Sus habitantes dejaban el coche aparcado con el motor encendido para que no se congelara; era eso o no volvías a arrancarlo hasta el verano. Los que usaban gafas ya podían comprarlas de plástico, porque las metálicas se quedaban adheridas a la cara, del frío que hacía. Y si calentabas agua en una tetera y la lanzabas al aire, el líquido se convertía en escarcha antes de llegar al suelo, parecía cosa de magia

Después de un buen rato venga a frotar, decidió guardársela en el zurrón, junto a las joyas y el dinero de la vieja. Había intentado limpiarla echando saliva y con la manga, pero la sangre se congela al quedar pegada a un paisaje nevado.