miércoles, 4 de mayo de 2022

La felicidad era aquello

 LA FELICIDAD ERA AQUELLO 

Mientras yo crecía no me daba cuenta de que el abuelo iba haciéndose viejo, pero siempre encontré tiempo para escuchar sus relatos de habitantes del bosque, de animales fantásticos, de lejanos reinos.

¡Con cuanto cariño le recuerdo! Estaba siempre jugando conmigo o contándome cuentos. Gesticulaba con la cara y las manos y con una voz riquísima en matices —lo mismo era un granjero, una bruja, un cerdito, una piedra o hasta el viento— se inventaba mil historias. Un día, mientras describía una tormenta de nieve sobre las casas de los elfos, el abuelo se perdió para siempre entre la bruma y aunque se fueron disipando sus pensamientos y empañando su mirada, nunca se apagó aquella luz chispeante en sus ojos. Desde entonces hablaba solo, o a las paredes, o al fuego, pero escuchándole supe que sus últimos días los pasó feliz, muy bien acompañado por los personajes de sus cuentos.