miércoles, 4 de mayo de 2022

Noches de verano

 NOCHES DE VERANO

Durante aquel verano de 1985 coincidíamos cada noche en la discoteca del puerto. En cuanto terminaba en la tienda de souvenirs de mi tío, me iba para allá corriendo y sentadas en la barra solían estar Irene y su prima Bea. Bea cada día más guapa, el pelo más rubio y la piel más bronceada. Me atrevería a decir, incluso, que la falda más corta y la camiseta de tirantes más pegada, marcando los pezones y dejando ver claramente la redondez de sus tetas. Todos los chicos andaban tras ella, y se turnaban para invitarla a porros o cervezas, para después meterle la lengua en la boca, el dedo por abajo o lo que se pudiera, que cada vez estaba más suelta.

Había siempre un corrillo en torno a Bea que Irene y yo aprovechábamos para escapar de las miradas y meternos debajo de una barca varada en la arena.