DOMINGO
Fuencisla
está deseando que llegue el domingo para que Domitila, la sobrina, no venga a
casa y la deje por fin a su aire. Es una buena muchacha y sin su ayuda y la
comida que le prepara seguro que ya estaría bajo tierra, criando malvas. Porque
a ver cuántas almas caritativas hay que atiendan a una vieja impedida, a
domicilio y gratis. Y aunque le costó convencerla, han acordado que el sábado
le deje café con leche para desayunar y sopa para comer y cenar. Solo hay que
calentarlo al microondas.
Así,
cada domingo, Fuencisla entra con su silla de ruedas a la cocina, saca del
fondo de un cajón una cajita que pone «membrillo» y revuelve, con la cucharilla
del café por la mañana y la de la sopa después, el matarratas que guarda
dentro. Pero nada, que no hay manera, que le falta el coraje.