ÓRGANOS
No
se han olvidado de traer un par de botellas de whisky, hielos y unos vasos
largos, porque lo de hoy es como para celebrarlo: un condenado a muerte de solo
dieciocho años, con su hígado rosado, sus pulmones intactos, los riñones en
perfecto estado.
—¡Esto
no se ve todos los días! —brindan los cirujanos mientras realizan la extracción.
El
quirófano es clandestino, sí, pero los funcionarios y toda la cadena de mando
están conchabados, todos se llevan su comisión. Y además, ¿qué hay de malo en
que las vísceras de un negro descarriado terminen sirviendo de algo?, comentan
entre ellos, mientras se pegan sus buenos lingotazos.
Lo
de sacar los ojos del ajusticiado lo dejan siempre para el final, porque
asomarse al pozo oscuro de su mirada llena de pánico, de súplica, de terror y
desesperación, es mejor hacerlo cuando ya están totalmente borrachos.