miércoles, 4 de mayo de 2022

Obra póstuma

 OBRA PÓSTUMA

En su última exposición, el joven artista iba de acá para allá tambaleándose, mecido por la espuma del champán y la heroína. Mientras, el dueño de la galería se frotaba las manos; había acordado con el pintor unos precios muy elevados y como lo más chic de New York no iba a perderse tal acontecimiento, se estaba vendiendo todo de maravilla.

En pleno colocón, el artista metió las manos en unos frascos de témpera y pintarrajeó una chaise longue que había en una esquina y una Bultaco. Y si te acercabas lo suficiente a él y tenías la suerte de que diese un traspié, tropezara y apoyase su mano pringosa en tu chaqueta o vestido, te ibas a casa con una obra de arte puesta. ¡Que ni se te ocurriera meterla a la lavadora!

Para cuando, dos horas más tarde, vino una ambulancia y se lo llevó en coma al hospital, ya no quedaba nada por vender, así que todas las miradas se dirigieron a la moto y el sofá, que no estaban en el catálogo, y comenzaron a hacer pujas.