OCÉANOS
Ir pisando arena en la
exposición de fotografías del comandante Jacques Cousteau le da un encanto
especial. Ver por las esquinas caracolas y conchas, la espuma del mar
salpicando las paredes y hasta algún cangrejo huyendo hacia atrás y amenazando
con sus pinzas es algo que fascina al público que la visita. Si añadimos,
además, el olor a algas y salitre y los graznidos de gaviotas y cormoranes que
envuelven la galería, todo el mundo coincide en que es una experiencia única
que no hay que perderse en esta vida.
Lo que a la gente menos le
gusta es salir de allí con cagadas de pájaro en su pelo y abrigos.