miércoles, 4 de mayo de 2022

Últimas voluntades

 ÚLTIMAS VOLUNTADES

Anda que no lo repitió Maruja mil veces, ¡si hasta lo dejó firmado en una hoja! «Cuando me muera no quiero misas, ni curas, ni bendiciones, ni olor a incienso, ni una cruz en mi caja, ni hostias en vinagre». Pero el dichoso papel no aparecía por ningún sitio. Algunas de las residentes que la conocían bien insistían que cualquiera que la hubiera tratado sabría perfectamente lo anticlerical que era aquella mujer. Sus razones tendría, decían, aunque los demás no las compartiesen.

Pero no hubo manera. Cuando un anciano fallecía se avisaba al sacerdote y se celebraba el funeral en la capilla del asilo, que para muertes a la carta no estaba esa institución.

Lo único que pudieron hacer por ella sus amigas, insistiéndole mucho al de la funeraria, fue convencerle para que le colocara los brazos a la espalda y pusiera los dedos corazón cruzados sobre los dedos índice.