DOBLE. NADA
Arranca el viernes por la
tarde y para calentar motores juega unos quinitos con un amigo en una taberna.
Pierde todas las tiradas y tiene que beber a pares, su vino y el del colega.
Como están bajando ya la persiana, deciden cambiar de bar, yendo a otro y al
siguiente hasta que se les acaban todos los de la acera. Propone entonces ir en
su coche al centro, les queda la noche entera.
En un pub de moda un par de
gintonic, dos jagermeister, y en la barra unas gemelas, dos pibones, que se les
unen a la fiesta. Como son idénticas se las reparten así: para ti esa, para mi
esta. Ya lleva la vejiga llena y dando algún traspié, chocando contra una mesa,
se encamina al lavabo a vaciarla, quedándose admirado mientras mea de la
disposición de los cuatro urinarios: de dos en dos, uno junto a otro. Como muy
artístico, piensa, parece una obra maestra.
Ya de vuelta, y mientras apura
su copichuela, sugiere una de las chicas ir a bailar a una discoteca de las
afueras, así que se montan todos en su Audi y venga, a seguir la juerga, que
termina abruptamente cuando al final de una cuesta ve dos rotondas, qué raro,
duda mientras se decide por una de ellas, justo la que se esfuma antes de
empotrarse a cien por hora contra una palmera.