LAS PALABRAS SON CANSANCIO
«No resistiré otro golpe», gimió
Gustavo mientras aquel peso pesado le empujaba contra una esquina del
cuadrilátero. «A m´hija le quedan las lentejas…
Mmm». Era una lucha desigual que su contrincante aprovechaba con cada gancho. «Fíjate
qué sarpullido tengo aquí…». La gorda no descansaba y el siguiente directo le
dejó contra las cuerdas. «Este es Lucas, mi sobrino nieto, a que es
gracioso…», le espetó con voz triunfante pegándole la pantalla del móvil a la
nariz.
Cuando sonó la campana y se abrió la puerta del ascensor, Gustavo se juró y perjuró que en adelante subiría andando hasta su oficina.