miércoles, 4 de mayo de 2022

El esclavo

EL ESCLAVO

Ni él mismo sabe sus años. «Sesenta, o setenta», sonríe a sus nietos cuando se arremolinan a su alrededor para que les cuente historias. A menudo piensa que ya debería estar muerto, pues no fueron pocas las veces que a punto estuvieron de llevárselo consigo los espíritus de sus antepasados.

Los niños escuchan, muy callados, su relato. Cuando de un machetazo le fue amputado un brazo en la primera plantación donde fue vendido; cuando el siguiente amo le abrasó ambos ojos con un hierro de marcar caballos; cuando le dejaron toda una noche desangrándose tras recibir cien latigazos. Pero su preferida es la de cuando el patrón tuvo hambre, arrastró a la orilla del río a una esclava de trece años, hincó sus colmillos y garras en los tiernos pechos y nalgas y el abuelo, de un garrotazo a ciegas, lo mandó al fondo del Mississippi, donde nunca lo encontraron.