miércoles, 4 de mayo de 2022

I + D

 I + D 

Daba gloria ver las vacas de Manuel, con las ubres tan llenas y sin pegotes de boñiga en las patas. Durante la mañana pastaban por las brañas, al atardecer sesteaban a la sombra de fresnos y hayas y por la noche las lavaba con agua tibia y las cepillaba. Después les ponía jazz, para que se relajaran.

Había instalado unos altavoces en el establo y al comprobar que la producción de leche aumentaba, colgó de una pared una pantalla gigante donde, antes del amanecer, proyectaba vídeos de verdes praderas y toros bravos. Entre la paja donde dormían, puso como adorno unas esculturas de piedra granulada que ellas aprovechaban para rascarse la testuz.

Tanta leche daban que a Manuel se le ocurrió elaborar un queso de nata que le salió riquísimo.

—Eres un artista —decían quienes lo probaban. Pero él, humilde, insistía en que todo el mérito era de las vacas».