PISTAS
«Acuérdate
de lanzar mis cenizas al mar, y las del gato», ponía en un postit fijado a la nevera
bajo el imán de las Islas Canarias. Otro mensaje decía «no he separado tus
puñeteras botellas, tíralas donde te dé la gana» sujeto por una jarra de
cerveza Guiness, o «compra solo media barra de pan, que hoy no comeré», debajo de un molino holandés.
Era
lo único que se había salvado del fuego, la cocina. Antes de que llegara el juez
a ordenar el levantamiento del cuerpo calcinado de la mujer, el inspector se
guardó todas las notas en el bolsillo y regresó al salón. En dos días nada ni
nadie le impedirían irse de vacaciones a Peñíscola.