viernes, 30 de octubre de 2015

Con las manos en la masa

CON LAS MANOS EN LA MASA

—«El bate, “¡eso, bate!”, se le resbalaba de las manos pringosas…». Así terminaba el prólogo.
Los dos adolescentes apartaron la mirada del manual y se miraron desconcertados. Llevaban diez minutos desnudos en la cama leyendo, sin saber por dónde empezar. Aquella introducción les confundía; él aún no había logrado ni una erección, y ella bostezaba mirando la lamparita que proyectaba ositos al techo de la habitación.
Unos golpetazos en la puerta les hicieron dar un brinco; en medio minuto ya estaban vestidos.
—¡¡¡Chicos!!! —Era la madre de él. —Por casualidad no habréis cogido el libro de recetas afrodisíacas, ¿eeeh?